Post dominguero: hoy, una defensa de Samuel Chiche Gelblung

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Antes de comenzar, una declaración de principios: soy absolutamente incondicional a Chiche Gelblung en lo que a radio respecta. Por él escuchaba Radio 10, por él me pasé a Mitre. Dicho esto, ahora sí puedo comenzar.


El pase de Samuel Chiche Gelblung desde Radio 10 a Radio Mitre, fue uno de los más comentados del año, junto con el de Nelson "Está En Riesgo La República" Castro (más conocido en los pasillos de algunos medios como "La Enfermera"), aunque menos escandaloso que este último. Cuando empezó, el 19 de enero, Chiche dejó atrás nueve exitosos años al frente de la tarde de la radio más escuchada del país. 

Ya con varios meses al aire, Hola Chiche parece haberse afianzado. En el nuevo ciclo, Gelblung mantuvo a Cristina Wargon, un histórico acierto, e incorporó nombres a la mesa algo extraños pero que, dentro de todo, funcionaron correctamente. 

Wargon es licenciada en Letras, periodista, escritora e histórica coequiper de Gelblung. El equipo se completa con Horacio Pagani (periodista deportivo maduro que la va de galán y tanguero, demasiado gritón cuando se envalentona), Silvia Naishtat (ingeniera agrónoma, editora de la sección Economía del diario Clarín, culta, delicada e informada) y Carlos "El Gaucho" Lencina (columnista de temas agrarios, es el conductor de Mitre y el Campo), quienes logran sacar lo mejor de lo mejor de Chiche. Todos ellos son personas formadas e informadas que abordan junto con Chiche "la agenda del día", sin que ésta se limite a lo que Clarín dice que es la agenda del día. Ése fue siempre uno de los méritos de Chiche.

Después están los movileros, maltratados, amados u odiados por el conductor de acuerdo con su humor y desempeño, además de la locutora e imitadora Marcela Giorgi y el humorista e imitador Ariel Tarico. Estos dos son, rontundamente, lo peor del programa. 

En la 10, el lugar de Giorgi lo ocupaba Valeria Mirabella: locutora que acompaña en la conducción, lee los chivos y le sigue el tren a Chiche. Valeria, conciente de eso, se adaptó bien, muy bien, a su posición y la jugaba de tarada, de amante que lo quería cas(z)ar a Gelblung, de chicha ingenua del sur del Conurbano con familia grande y gritona, y todo eso le salía muy bien. Cuando se hace la graciosa, Giorgi hace una pésima imitación de la presidenta Cristina Kirchner, que dentro de todo es mejor que cuando habla en serio y pretende ser inteligente, o cuando además que querer parecer inteligente quiere presumir conocimientos futbolísticos. Giorgi es lo peor del programa, lejos. 

Tarico, por el contrario, sí tiene algunos aciertos, como la muy lograda imitación de Nelson Castro, o alguna que otra cosita más. 

Cuando comenzó, el programa había un segmento de chistes insufrible, eterno, con muchos, demasiados, humoristas invitados. El segmento se mantiene pero los humoristas fueron perdiendo espacio y ahora son los oyentes los que cuentan los chistes. En esos momento es cuando se pone en evidencia otro de los méritos de Gelblung: el gran entrevistador que es. El movilero presenta al oyente que va a contar el chiste y Chiche arremete: indaga causas de divorcios, recorre trayectorias profesionales, historias de vida, etcétera. Logra, en ese momento, el verdadero termómetro de la realidad. Evita la pregunta obvia por la inseguridad o el lamento por la inflación, y consigue con eso una fotografía acabada del oyente con quien está hablando, de su familia, de su barrio, de la capital, de la provincia, de la Argentina.

Hace unas semanas empezó 70-20-10, el programa de Canal 13 que Chiche Gelblung negoció en el combo con la mañana de Mitre. Ayer con Selva renunciamos a la vida social y nos quedamos en casa, así que pudimos ver por primera vez 70... No lo entendimos. No sé bien qué, pero algo le falta. No se acerca ni un poco al de la radio. Una pena. Una pena grande. 

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