Cómo se muere un presidente

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Despacio. 


Alfonsín empezó a morirse el año pasado. Entonces, antes del homenaje del Luna pero después del de la Rosada, el que anduvo desparramando el chisme fue Juan Nosiglia, hijo del Coti. Todos los grandes medios prepararon el especial, Clarín hizo la infografía al efecto, pero al Gallego se le dio por seguir vivo y hubo que guardar todo. Algunos actualizaban cada tanto, por las dudas, pero la mayoría se cansó de actualizar a las pocas semanas y mandaron todo al archivo.

El 12, hace poquito, de marzo, cuando cumplió años, a más de uno se le resfrescó la memoria y pensó -en voz alta- "hay que actualizar la [necrológica] de Alfonso". 
Por eso, cuando el lunes alguien dijo que el Gallego estaba bravo no costó tanto actualizar la cosa. No hubo redacción o mesa de noticias que tuviera derecho a sentirse sorprendida. Para el martes, la muerte era un hecho.

Alfonsín se murió temprano. Antes de las 20.30, hora declarada por el médico. Pero en ese momento Crisitina estaba volando desde Qatar a Londres, y había que terminar de definir todo. Massa fue el encargado de coordinar con la familia y con el Congreso. Cobos no podía más de contento. Lo único que le jodía era no saber si Cristina volvía o no volvía. A pesar de que todos sabían que Cristina no pensaba volver desde Londres, nadie se lo confirmaba.

En el medio hubo varios amagues: en un medio online casi lo matan tres horas antes de la hora oficial en que murió.

Para las 12.00 ya estaba todo definido: la familia había aceptado el velatorio oficial, con honores, en el Congreso. Se descartó Pasos Perdidos y se optó por el Salón Azul. No había acuerdo sobre oradores, así que se largó la noticia aún sin tener eso definido. Como se pudo ver después, el acuerdo nunca llegó, y todo terminó en una especie de papelón en el que no hablé yo porque no tuve ganas, que si no me daban a mí también el micrófono.

A las 21:04 Crónica TV, haciendo punta, tiró la placa negra. Atrás vinieron todos: C5N, América y Canal 26, en ese orden. TN llegó bastante después que el resto. Creo que estaban en una tanda larga, pero en esos casos hay que romper, no jodamos.

Algunos, por pudor, tardaron un poco más en subir banners (Infobae, Clarín), como para que la gente no se diera cuenta de que lo habían dado por muerto desde hacía rato. Otros no tuvieron ningún empacho en mostrar que ya lo venían velando (LaNación, que merece un comentario: durante más de un día tuvo mal el año de nacimiento de Alfonsín en el banner: 1929 por 1927).

Después de tirar la bomba, Crónica se fue a Lotería Nacional y no volvió hasta mucho después. Lo mejor, sin embargo, lo tiró bastante más tarde, cuando empezó a poner placas rojas en las que acusaba a Alfonsín de ser uno de los presidentes que más periodistas y actores había censurado. Digamos que ese mismo día y los que siguieron Crónica no abandonó nunca su agenda, a diferencia del resto de los canales de noticias, que prácticamente olvidaron cualquier otra noticia.

C5N dejó el azul y se fue al negro, que mantuvo hasta hoy, jueves, por la noche. TN y América se mantuvieron en su estética pero con algunos toques en negro que marcaban el luto.

Clarín tituló "Emoción popular etcétera". Mi coblogger, el Lic. Lula, me reclamaba, cuando le presenté una versión provisoria de este post, qué era lo que la muerte de Alfonsín me había generado a mí y por qué creía que había generado tal "reacción popular" (sic).

Cuando uno trabaja "detrás de las noticias" se pierde la perspectiva: la chica violada se mide en rating; no importa bien a qué, pero hay que llegar rápido, etcétera. En este caso me pasó algo parecido: para mí, la muerte de Alfonsín significó mucho trabajo, ganarle a los otros medios en lo que se pudiera ganarle, algunos aciertos y un reconocimiento de mis superiores.

En líneas generales, la muerte de Alfonsín, las colas en el Congreso y todo eso significó para mí una "fiesta" que vi de afuera, una fiesta a la que no fui (o no me sentí) invitado. Y eso fue, creo, porque según este servidor la emoción (Clarín) y la reacción (Freddy) tuvieron cierta masividad pero, eso sí, de popular no tuvieron nada.

El de ayer fue el funeral de la UCR: Cuando el miércoles me fui de la redacción, la preocupación que había era cómo íbamos a hacer para cubrir al día siguiente la misa y el traslado, para el cual los organizadores esperaban cerca de un millón de personas. No sólo no se llegó al millón de personas, sino que apenas hubo un 1% (cerca de 10 mil personas). Todos, que quede claro, "autoconvocados". "Gente que espontáneamente llegó a la plaza". "No vinieron por el pancho y la coca", llegué a escuchar.

Los únicos obreros que participaron de los funerales eran los empleados del cementerio que ayer, vestidos con ropa de trabajo celeste, desentonaban con la "nutrida" concurrencia. 

No sé qué pensar de Alfonsín como figura política. Sí sé qué pensar de su muerte: que la clase media veleta y golpista y los muertos de la UCR tuvieron los 15 minutos de fama. Ver al Coti, a Fernández Meijide, ¡la Franja!, ¡y a la Juventud Radical!...

Mención aparta para el muerto de De la Rúa: escribió un libro para decir que Duhalde y Alfonsín le hicieron un golpe a su gobierno y ahora andaba buscando cámaras para decir que "se fue un amigo". Qué asco, por dios.

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