El fallo no me gustó nada, pero tiene su lógica: el tribunal, en 2500 y páginas y monedas, entendió que los responsables pulenta pulenta fueron los organizadores. Lo objetable, tal vez, es que no incluyó entre los organizadores a gente que parecía haberlo sido, como el caso de Fontanet, en el que varios los elementos indicaban que sus funciones excedían las de un líder (musical y artístico) de banda de rock.
En cuanto al resto de la banda, mi querido Freddy, yo tengo una mirada un poco más severa: según mi parecer, la autogestión cooperativista de la que se jactan muchos grupos en la actualidad -Callejeros entre ellos- convierte a los músicos en empresarios, con la responsabilidad correspondiente. Además, se trata de una banda que incentivaba la pirotecnia.
Hoy vi las fotos de algunos y en el fallo vi los años de nacimiento: sería de una crueldad indecible condenar a esos chicos a penas de prisión efectiva, pero una evaluación concienzuda de su resposabilidad debería, siempre según este servidor, incluir una pena de cumplimiento condicional y algún cursito de civilidad, como el que le mandaron a hacer a Villareal.
El punto más flaco del fallo, sin embargo, son las condenas irrisorias a los funcionarios públicos. Aníbal Ibarra pagó con su destitución su ineptitud, y el Estado pagará con sus fondos las indemnizaciones. Nadie pagará con penas de verdad, parece, la pésima gestión. No termino de saber qué responsabilidad atribuiría yo puesto a juzgar, pero se me ocurre que las que atribuyó el tribunal, en este caso, se quedaron cortas.
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