Somos más

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La verdad es que, en el verano, mucho no pasa. Sin lugar a dudas, en los EEUU existe una "Obamamanía", pero si en la Argentina hubo algo de entusiasmo en los medios fue porque sirvió para llenar unas cuantas páginas u horas de aire en una época en la que es difícil mantener a los lectores/espectadores/oyentes.

Y en eso estábamos, matando el tiempo libre, mate va mate viene, cuando alguien en la redacción se animó: "El negro me hace acordar a De la Rúa... en seis meses se sube al helicóptero". De un militante del PO se puede esperar cualquier cosa, pensé, y en eso estaba cuando el economista neoliberal le contestó: "No, en realidad se parece más a Menem del 89". Definitivamente, yo estaba en otra sintonía así que apuré el paso y me fui a mi compu.

Cuando llegué, alguien me preguntó por la discusión que se escuchaba. Cuando la resumí, mis nuevos interlocutores se fueron para otra parte: no rumbearon para el lado de quién se parecía Obama, sino cómo debía ser el Obama argentino. No tuve más que una respuesta: -Nosotros no tenemos negros, así que supongo que un negro villero. O, mejor, un negro villero de mierda, dije, buscando las risas, que no tardaron en llegar. -¡No! ¡Margarita Barrientos!, se escuchó, y ahí ya nos fuimos al carajo, motivo por el cual me sustraje a las banalidades que siguieron.

Ahora, ya vuelto a casa, me puse a pensar un poco. Y todos tienen algo de razón, según me parece. Obama tiene algo de De la Rúa. Del De la Rúa de los primeros meses, cuando se deshacía en gestos para diferenciarse de Menem. Aunque, de una y sin mucha anestesia ordenó cerrar Guantánamo, no torturar y abandonar de a poco la ocupación en Irak. Claro, falta que efectivamente se cierre Guantánamo, que efectivamente no se torture y que efectivamente los yankees dejen Irak, pero para empezar es bastante. Y si levanta el embargo a Cuba, le prendo una vela. O me prendo una vela, qué sé yo.

Y también tiene algo de Menem, del primero, cuando el turco jugaba al básquet, al fútbol, era popular y ganaba con las minas. También, como el turco, el negro agarró la papa caliente. Allá no hubo saqueos y esos condimentos telúricos, pero el imperio tiembla, Jorgito dejó todo bastante enquilombado. Y cuando todo está tán hecho pelota, lo más dificil, casi siempre, es hacerlo peor.

Como el Turco o el propio Piloto de Tormentas, el negro la agarra cuando baja y lo probable, lo deseable, es que le pegue de volea.

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