Sambo, de mi esperanza

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Desafiando el frío gélido de la capital yanki, este fiel servidor se hizo presente en la asunción del segundo negro más famoso (el más famoso es este).

La muchedumbre embanderada al grito de O-ba-má (cantar como oh-ma-má) nos contagiaba esa euforia que ya se palpitaba en nuestro apretujado viaje en metro hacia el National Mall. Una multitud poco acostumbrada a viajar en la línea D en hora pico, no protestaba porque estaba extasiada ante el cambio que se venía.

Nadie sabe cuánto quiere y cuánto va a poder hacer. Pero que el negro transmite esperanzas, la transmite. Hasta hizo piantar un lagrimón a este servidor con su discurso. Ese dominio de la prosa, sus críticas indirectas al inmediato ex-presidente, su llamamiento al diálogo hasta con los enemigos, sus cuestionamientos a la falta de regulación del estado en la economía, no hacen más que generar muchas esperanzas.

Ojalá el sambo no nos defraude. Al menos, tuvo un buen comienzo generando entusiasmo en la gente, algo importante en plena crisis económica. Baile moreno, baile.

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